Aunque ambas empiezan por eme y su aspecto a primera vista guarda cierto parecido, con hojas de rugosidad y textura similar, la menta y la melisa son dos plantas bien distintas que conviene tener a mano.
La menta es una planta energética y muy versátil de la que hay un sinfín de variedades. Digestiva, buena para combatir el mal aliento, destaca sobre todo por su frescura y su agradable aroma producido por el mentol de su esencia.
Crece en todo tipo de climas, agradece los suelos húmedos y el poder estar en semisombra. Su cultivo es fácil y se adapta bien tanto en una maceta como en el jardín.
Aromatiza tus platos y le da sabor a tus salsas, sopas y postres. Y claro, ¡es imprescindible en todo buen mojito!
La melisa se reconoce por su característico olor a limón y destaca sobre todo por sus cualidades herbales y aromáticas. Tiene múltiples beneficios curativos: calma los nervios, favorece la digestión y es buena para el corazón.
Es muy recomendable su consumo en tés e infusiones.
¡Y es también ideal para algunos postres! Les da ese toque de color y aroma especial que tan bien sienta y tanto nos gusta.
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