jueves, 20 de agosto de 2015

Dieta (verde) con judías (verdes)


Para comer bien no hace falta ni mucho tiempo ni productos caros ni tan siquiera saber cocinar.


Valga una pizca de algo que ahora abunda, imaginación, y otra de amor propio para cuidar este cuerpo que la naturaleza nos ha dado. Nos ponemos serios: jamás valdrán excusas del tipo «es que ya no tengo 20 años».
A base de deporte desmontamos las leyes de la gravedad y con una dieta verde maduraremos tersos como las judías, que también son verdes. Sí, lo creemos. Madurar no significa estropearse.


Es cierto que las judías verdes no atraviesan una 'foodie'-oleada de esplendor pero como los clásicos de nuestro armario se mueven con elegancia durante las etapas de transición y raro es el menú en el que no encajen.


Además de solera, ¡ay, qué rico un plato de judías con jamón!, son una fuente importante de proteínas, minerales, vitaminas B6 y C y ácido fólico. Son diuréticas y digestivas, casan con productos básicos siempre a mano (atún, bacon, huevo) y se preparan en un abrir y cerrar de ojos.



Para disfrutarlas intensamente, tres consejos.
Uno: han de ser naturales (ni de lata ni congeladas). Dos: hay que prepararlas al vapor y en su cocción justa (ni crocante ni pasadas). Tres: sólo las compraremos si son verde judías verdes (intenso y brillante).
Una judía verde está en el momento idóneo para ser consumida cuando al romperla la vaina cruje y las semillas se noten poco. Las del huerto Bitte lo están. Las cortamos y las llevamos directamente a la cocina. «Hoy de primero tomaré judías verdes, por favor».

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