Galicia, tierra de bosques, verdes prados, montañas e históricas ciudades. Poblada y habitada desde tiempos prehistóricos, por Galicia han pasado y dejado huella celtas, romanos, germánicos, cristianos y musulmanes. Y no nos olvidemos de su sabrosa y variada gastronomía, desde el marisco y el pulpo, la empanada, la ternera, pasando por el queso o el vino. Empezamos nuestro recorrido por A Coruña y su pintoresca plaza de Maria Pita, flanqueada por cafés y restaurantes, donde destaca el ayuntamiento. En sus calles adyacentes encontramos multitud de bares y tiendas, desde los más tradicionales hasta modernas cafeterías llenas de encanto. Caminamos hasta la playa de Riazor, donde encontramos la ciudad deportiva en un extremo y el acuario en el otro.
Nuestra ruta nos lleva a la Torre de Hércules, el faro más antiguo del mundo aún en funcionamiento, dónde se pueden ver los restos romanos en las excavaciones, subir por las escaleras y si hace buen tiempo salir a la terraza para contemplar las espectaculares vistas. Alrededor de la torre se encuentra un parque lleno de modernas esculturas de diferentes artistas.
Lugo destaca por su espléndido pasado romano y sus más de 2000 metros de muralla son testimonio de ello. Se trata, además, de la única en el mundo que conserva su perímetro y es Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000. Podéis acceder a ella desde varios puntos y contemplar la ciudad desde las alturas. Dentro del perímetro de la muralla encontraréis el casco histórico, donde se hallan repartidos diversos y muy bien conservados restos romanos (una piscina, mosaicos, unas termas, restos de un templo...).
Además, todos los museos de la ciudad son gratuitos.
Otras paradas obligatorias dentro del casco histórico son la catedral de Santa María y la Casa Consistorial, situada en la agradable Plaza Mayor. Y no debéis abandonar la ciudad sin pasar por uno de los bares o tabernas de la Rúa Nova y probar allí algunas especialidades gallegas, como el pulpo a feira, el caldo gallego, la empanada, o las filloas, todo acompañado, por supuesto, por una copa (o las que el cuerpo os pida) de fresco y delicioso albariño.
Santiago de Compostela, ciudad de peregrinos y viajeros. Las históricas y pintorescas calles alrededor de la catedral se llenan de vida en verano con el ajetreo de visitantes y caminantes. La ciudad está menos concurrida en invierno, y la lluvia es su inseparable compañera la mayor parte del año. Aunque cabe decir que las calles y edificios de piedra conservan todo su encanto bajo la lluvia. Aparte de la conocida catedral (donde podréis visitar el sepulcro del Apóstol Santiago) y su fotografiado botafumeiro, al pasear os toparéis con el Palacio de Rajoy y el Hostal de los Reyes Católicos (actualmente un Parador) ambos en la plaza del Obradoiro.
Otros lugares de interés son el Colegio de San Jerónimo o la Hospedería de San Martín Pinario. Y por supuesto, no os vayáis de la ciudad sin haber comido un buen pedazo de Tarta de Santiago, sin haber probado la gastronomía local en una de sus múltiples tabernas o restaurantes y sin daros un paseo por uno de sus verdes parques. Si paseáis por el parque de la Alameda, buscad la colorida estatua de las Dos Marías, en honor a dos excéntricas hermanas que recorrían las calles de Santiago durante los años 50 y 60.
Galicia es mucho más que sus ciudades, por supuesto, pero es más recomendable visitar sus parajes naturales fuera de la temporada invernal. Las islas Cíes, la playa de las Catedrales o Finisterre ganan con buen tiempo y cielos despejados (aunque sea parcialmente). Aunque, de una forma u otra, siempre es una buena idea recorrer Galicia, disfrutar de sus encantos, su gastronomía y la calidez de sus gentes.
*Escrito por David R
No hay comentarios:
Publicar un comentario