martes, 31 de mayo de 2016

Para beber: limonada





Hemos regresado del huerto Bitte cargados de limones. Nos encanta su aroma fresco y suave, dan un punto de color ideal a cualquier estancia de la casa y además es uno de nuestros condimentos favorito para muchos platos, mucho más allá del pescado.



Con una cesta de limones se pueden preparar muchas cosas. Unas veces hacemos mermelada, otras limoncello, hoy vamos a preparar limonada.



La receta es de lo más sencilla. Simplemente consiste en exprimir seis limones, mezclar el zumo con 200 gramos de azúcar, añadir 1,5 litros de agua y como opción una rama de hierbabuena. Lo dejamos enfriar en una jarra de cristal y lista para servir.



Si no bebes todo el agua que desearías o tal vez tomas demasiados refrescos con gas, tener siempre a mano una jarra de limonada fría te vendrá de maravilla para mantener hidratada tu piel en verano.



Recuerda además que el limón es todo vitamina C, un excelente antioxidante para lucir radiante. ¡Bebe limonada!




viernes, 27 de mayo de 2016

Descubriendo Polonia

Hoy en Bitte queremos compartir con vosotros una de nuestras escapadas, la cada vez más popular Polonia. Testimonio de guerras y conflictos en el corazón de Europa, que han dejado marca en su territorio y en sus gentes, Polonia resulta un destino ideal para empaparse de historia, disfrutar de su gastronomía, recorrer sus parques y paisajes y ver como un país puede renacer de sus cenizas y ofrecer lo mejor de sí mismo. Y todo, a precios más ajustados que en otros países centroeuropeos.



Los recorridos y visitas suelen incluir  las dos ciudades más importantes: la capital, Varsovia,  y Cracovia, antigua capital, al sur. Destaca también el pueblo de Gdansk, la mayor ciudad portuaria del país y salida al mar Báltico.

Varsovia


La ciudad más grande del país y capital desde que Segismundo III la trasladara desde Cracovia en el siglo XVI es un buen punto de partida, y donde seguramente encontraréis mejor conexión y vuelos más baratos.




Su centro histórico destaca por su grandeza: elegantes palacios, parques y calles. El casco viejo es pequeño y compacto, y todo un ejemplo de reconstrucción y conservación. Cabe resaltar que de esta zona solo quedó en pie el 15% después de ser arrasada por los nazis al final de la II Guerra Mundial. Esta ardua labor de reconstrucción ha devuelto todo su esplendor a sus calles, iglesias y palacios, y la llevó a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.



Saliendo del casco antiguo (Stare Miasto en polaco) uno debe pasarse por el Palacio de la Cultura y la Ciencia, un colosal edificio de arquitectura soviética construido en la década de los 50 y "regalo" de la URSS de Stalin a Polonia. Aunque tiene cierto encanto y un mirador en su último piso (el 30) que ofrece bonitas vistas de la ciudad, a los polacos no les gusta nada, y suelen decir que las vistas desde arriba son las mejores de la ciudad porque el Palacio no está en ellas. En la zona alrededor han proliferado rascacielos de cristal de nueva construcción y modernas tiendas y restaurantes.



Vistas panorámicas desde el mirador del  Palacio de la Cultura y la Ciencia.


Palacio de la Cultura y la Ciencia



Muy cerca de allí, la parte al sur de Jerolimskie se aleja de la perfección y elegancia del casco antiguo. Marszalkowska nos transporta en el tiempo a la era comunista, con sus bastos edificios (bastante descuidados) y multitud de estatuas en honor al trabajo y a los obreros. Vamos encontrando, no obstante, cuidados y cosmopolitas cafés a medida que avanzamos hacia el sur. Más bohemio y alternativo es el barrio de Praga, al otro lado del río, una zona que no fue destruida durante la segunda guerra mundial pero cuyos edificios no han sido muy renovados. Debido a los precios bajos de sus alquileres y las posibilidades de los espacios (fábricas abandonadas) muchos artistas han establecido aquí su residencia y en el barrio han florecido bares y cafés alternativos, junto a espacios culturales en antiguas fábricas. También se puede encontrar arte callejero (grafitis, estatuas....) Un buen punto de partida es la calle Zabkowska.



Otro punto a destacar de Varsovia son sus bonitos y majestuosos parques. Cerca del centro merece la pena pasarse por los Jardines Sajones, inspirados en los de Versalles (sin ser comparables) y enfrente del monumento de la tumba al soldado desconocido. Pero el parque imprescindible de Varsovia es el parque Lazienki,  antiguo coto de caza convertido en un gigante y majestuoso parque, que contiene el Palacio sobre el agua, el palacio Belvedere y un anfiteatro sobre el agua. Si podéis disfrutar del buen tiempo, podréis recorrer sus verdes extensiones, dar de comer a las ardillas y ver contonearse a los pavos reales.



Cracovia



Cracovia también cuenta con un casco antiguo compacto y bien conservado declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Al contrario de Varsovia, el centro histórico quedó relativamente intacto después de la 2ª Guerra Mundial. Fácil de recorrer a pie, el corazón es la plaza del mercado (Rynek Główny en polaco), cuyo origen data del siglo XIII y es considerada la plaza medieval más grande de Europa. Se halla flanqueada de antiguas casas históricas, y en el centro se alza el Sukiennice (o Lonja de los Paños), de estilo renacentista, y en cuyo interior encontraréis paradas y tiendas que venden productos polacos y souvenirs varios. También destaca en la plaza la basílica de Santa María, una bonita iglesia gótica de la que sobresalen dos torres desiguales. Cada hora podréis escuchar una melodía tradicional polaca (Hejnał mariacki) proveniente de la torre más alta, tradición que se mantiene para conmemorar la muerte de un trompetista que murió asesinado de un disparo de flecha a la garganta mientras alarmaba a la ciudad de una invasión en el siglo XIII.



Fuera del casco antiguo, una pequeña subida conduce al castillo y la catedral de Wawel. Situado en una colina, el castillo fue durante décadas la residencia de los reyes, y consta de varios edificios alrededor de un gran patio. Fue mandado construir en el siglo XIV por Casimiro III, y durante el mismo siglo fue reconstruido y se le fueron añadiendo más elementos, como la torre Danesa. Muy cerca del castillo encontramos la catedral, reconstruida en estilo gótico en el siglo XIV (después de ser destruida e incendiada por última vez en 1305). Posteriormente se le han ido añadiendo capillas funerarias. Merece la pena visitarla y recorrer sus capillas, se trata de uno de los edifcios religiosos más importantes de Polonia, ya que en ella se coronaban y enterraban los monarcas polacos. 

En el mismo recinto se puede acceder a la Cueva del dragón, donde, según cuenta la leyenda, vivía el dragón que atemorizaba a la ciudad hasta que un zapatero ideó la estrategia para deshacerse de él. El recorrido de la cueva acaba a orillas del río Vístula, donde una estatua del dragón despide al visitante. Conviene consultar horarios, ya que la cueva no está abierta todo el año.



Más allá del centro resulta interesante pasearse por Kazimierz, el barrio judío de la ciudad, que ha vuelto a resurgir después de ser aniquilado tras la invasión nazi de Polonia. Aparte de las sinagogas y algunos restaurantes kosher, resulta un barrio muy popular para ir a cenar o tomar unas copas, con mucho ambiente y opciones diversas. 
Para los interesados en la historia judía, cruzando el río se llega hasta Podgorze, corazón del gueto judío durante la 2ª Guerra Mundial. En la zona también quedan algunos restos del muro del gueto y puede visitarse la farmacia del Águila (ahora un pequeño museo), única farmacia del gueto y cuyo propietario ayudó y refugió a muchos judíos durante la guerra.  Junto a Podgorze se encuentra la fábrica Shindler, cuya historia popularizó Spielberg en su oscarizada película, y que en la actualidad alberga un museo.





Cracovia también resulta una buena base para excursiones de un día a otros lugares de interés, como son el bonito y pintoresco pueblo de Zakopane, las minas de sal de Wieliczka (también Patrimonio de la Humanidad) o el escalofriante campo de concentración de Auschwitz.





Gastronomía



En la gastronomía polaca destacan los ingredientes locales (patatas, verduras, coles, rábanos, zanahorias, remolacha) y platos contundentes para aguantar el frío, como sus típicas sopas. Tradicionalmente las comidas comienzan con una sopa, siendo el zurek, servida dentro de un bollo de pan, la más típica. Otro de los platos típicos polacos son los pierogi, unas empanadillas (ellos las definen indistintamente como raviolis o dumplings) rellenas de diferentes ingredientes, que pueden servirse hervidos o fritos. Otro de sus productos estrella es el vodka, del que además tienen muchos sabores y variedades, a nosotros nos encantó el de limón, conocido como cytrynówka. 


Dónde comer

La oferta de restaurantes y bares es amplia y de calidad. En las dos ciudades nos sorprendió encontrar cafeterías cosmopolitas de aires internacionales y bares muy cuidados en diversas zonas (no tan sólo en el centro). También es recomendable probar la sopa o los quesos típicos si tenéis la oportunidad de pillar algún mercado al aire libre (los suelen poner para Navidad, Pascua... como en muchas otras ciudades europeas). Otra interesante recomendación es comer en una antigua lechería comunista (bar mleczny), cantinas donde en la época comunista se podía comer platos sencillos hechos con los productos locales a precios populares. Aunque ya quedan pocas, su espíritu se ha actualizado a nuestra época. En Varsovia nos encantó Prasowny, al sur de Jerozolimskie (lejos del centro) con su interior retro. En las lecherías se pueden comer platos tradicionales polacos a un precio muy asequible, aunque no sirven alcohol ni bebidas de marca, ni siquiera agua sin gas, tan solo refrescos polacos o compost (una especie de zumo diluido en agua).



*Escrito por David R


jueves, 26 de mayo de 2016

Islas Canarias



¿Con ganas de playa y buenas temperaturas? Hoy os proponemos un recorrido por las islas afortunadas, un destino lleno de contrastes recomendable en cualquier época del año.  Este conjunto de siete islas se divide en dos provincias: Santa Cruz de Tenerife (en la que se incluyen el Hierro, la Palma, la Gomera y  Tenerife) y Las Palmas (formada por Fuerteventura, Gran Canaria y Lanzarote). 


Aunque cercanas, las Canarias son muy diferentes entre ellas. Siempre interesantes y misteriosas, están repletas no solo de playas, sino de montañas, bosques, volcanes, puertos naturales, acantilados y selvas. Su único inconveniente radica en la falta de comunicación entre islas, ya que es necesario pasar por Gran Canaria o Tenerife para volar o coger un ferry a las demás islas.

Por lo que respecta a su gastronomía, cabe destacar el famoso plátano de Canarias, de tamaño medio, con la piel fina y amarilla y de dulce sabor. Llegó a las islas desde Guinea Ecuatorial de la mano de los portugueses. Para su óptimo crecimiento, el plátano canario necesita una temperatura de 25 grados, que la altitud del cultivo no supere los 300 metros,  ucha luz y suelos porosos. Estas condiciones se dan en todas las islas excepto en Fuerteventura y Lanzarote donde no encontraremos plataneras. La patata es también muy importante en las islas; existe una gran variedad y se sirven generalmente hervidas con piel acompañadas de los mojos (papas arrugadas).


Los mojos se pueden clasificar en dos grandes familias: los verdes y los rojos (pueden ser bastante picantes). Y no nos olvidemos del queso, un producto básico en la gastronomía de la isla, especialmente el de cabra. Tres de ellos cuentan con la denominación de origen queso majorero.

GRAN CANARIA



Podríamos decir muchas cosas de Gran Canaria. 
Podríamos hablar de sus cuevas, del puerto de Mogán, de la playa de Amadores, del barrio de Vegueta, del barranco de Guayadeque.... pero lo que realmente nos quita el aliento son las dunas de Maspalomas. Es el punto donde se pueden disfrutar más horas de sol dentro de la Unión Europea. Con el cielo siempre despejado, las dunas de Maspalomas resultan un paisaje único en la isla. Y no os vayáis sin probar el dulce típico de Tejeda, bienmesabe, hecho a base de huevos, azúcar, almendras y limón rallado.




TENERIFE





La mayor atracción de Tenerife es, por supuesto, el volcán del Teide y su parque natural. Recomendamos subir al pico más alto de España (¡3718 metros!) con el teleférico y pasar el día en la zona. Eso sí, ¡recordad ir bien abrigados!



Aparte de la visita al Teide, un plan perfecto puede ser contemplar la puesta de sol mientras sientes el aire fresco del mar desde el volcán de Montaña Roja, situado al sur de la isla. 


Tras disfrutar de un día de playa en Tenerife, una opción podría ser dirigirse al norte de la isla y callejear por La Laguna, respirar su aire universitario y quedarse a cenar por la zona. Dejad un hueco para el postre típico: el frangollo, hecho a base de leche, harina de maíz, limón, huevos, azúcar, mantequilla, pasas, almendras y canela.
Las temperaturas en esta parte de la isla son ligeramente inferiores.

LANZAROTE


Lanzarote es la isla pintoresca y romántica por excelencia: las armónicas casitas blancas que contrastan con los áridos volcanes harán las delicias de los aficionados a la fotografía. Y no nos olvidemos del Parque Nacional del Timanfaya o de las geniales obras de César Manrique, como son los Jameos del agua o el Jardín de cactus. 




LA PALMA


La Palma es la isla más volcánica y boscosa. Húmeda y verde, también resulta la más vertical y abrupta, con cumbres que alcanzan los 2500 metros. Ideal para excursionistas y aventureros, sus múltiples rutas a través de cascadas y bosques no te dejarán indiferente.



La cascada de colores es una de las excursiones imprescindibles para los más atrevidos. Para alojamientos singulares, el hotel La Hacienda, dentro de una plantación de plátanos, es muy recomendable.




LA GOMERA

Las coloreadas casitas de San Sebastián, colgadas en un acantilado, saludan al viajero en su entrada a la isla desde el ferry. Todos sus caminos conducen al Parque Nacional de Garajonay, que, al igual que el resto de la isla, transmite paz y tranquilidad. Es importante no subestimar el escaso tamaño de la isla, las distancias pueden resultar más largas de lo esperado debido a su condición de parque natural y su falta de carreteras costeras. 



Tanto la Gomera como el Hierro y la Palma son ideales para snorkel, submarinismo y pequeñas excursiones a la búsqueda de animales marinos (tortugas, delfines, ballenas).






EL HIERRO


El Hierro es la isla más meridional y occidental. Pequeña y solitaria, cuenta con una de las reservas marinas más importantes de España. También son dignos de mencionar sus espectaculares bosques y sus pintorescos paisajes volcánicos. 





FUERTEVENTURA

La árida Fuerteventura, con sus 150 km de litoral apto para el baño, cuenta con estupendas playas muy cercanas a la costas africanas. Se podría decir que son de las mejores playas del archipiélago, y su único inconveniente es el fuerte viento que las azota. Inconveniente que resulta el mejor aliado para los surferos que acuden todos los años a la isla. Los mejores meses para visitarla son septiembre y octubre. 


En Fuerteventura además de disfrutar de sus playas se pueden visitar maravillosas queserías que elaboran el queso de cabra y oveja de modo completamente artesanal, realizado con leche de la raza majorera, raza autóctona de la isla que fue declarada por la Unesco Reserva de la Biosfera en el año 2009.


Como podéis comprobar, la cabra es la estrella del reino animal en     Fuerteventura y, según pudimos averiguar en el Museo Arqueológico de Betancuria, cuya visita recomendamos, es también la responsable de la desertización de la isla. Siglos y siglos de pastoreo llevaron a la isla a su estado actual. Un paisaje, sin embargo, dotado de cierta poética. Aunque se desconoce si estuvo en la alimentación de los primeros pobladores de Fuerteventura, como tampoco se tiene certeza de si ya la habitaban cuando los romanos y los fenicios llegaron a sus costas, el queso de cabra es hoy uno de los alimentos imprescindibles de la dieta local y es recurrente encontrarlo bajo distintas presentaciones en los restaurantes de la isla y en los supermercados. Tan importante es el queso en Fuertenventura que tiene incluso museo propio. Está en el municipio de Antigua y merece la pena visitarlo.

*Escrito por Lupe y David

viernes, 20 de mayo de 2016

Cerezas: todo son virtudes

Una fruta que proviene de una flor blanca, perfumada y radiante, ha de ser una gran fruta. De haber sido más grande, la cereza hubiese sido la fruta del paraíso. Icónica, deliciosa y sutil, no hay ni un 'pero' que objetar a su intrigante belleza. En la cereza todo son virtudes.


Antioxidante, digestiva, vitamínica, anti-inflamatoria y diurética. ¡Ay, por fin un vicio saludable!


Como todo lo bello, el cerezo es un árbol delicado, y hay que estar dispuesto a mimarlo para saborear sus frutos. La semilla se plantará en invierno y florecerá en primavera, regalando espectáculos maravillosos como la sakura en Japón o el manto rosado del Valle del Jerte. Y no nos deleitará con sus frutos hasta al menos siete u ocho años después de haber sido plantado.

De un modo general, se podría decir que hay dos tipos de cerezas: ácidas y dulces. La variedad determinará el tono y la intensidad de su color, desde el rojo carmín al vino cereza. 

Al natural, en sorbetes y mermeladas, para acompañar las carnes rojas, agua de cereza o gazpacho de cereza. El recetario que permite es tan inspirador como su personalidad. Se conservan bien, hasta 15 días en la nevera. La clave está en no acercarlas al agua hasta que no vayan a ser saboreadas.